Carta a un vecino ruidoso

Muy Señor Mío

Nunca ni tan siquiera podremos empezar a agradecerle el gran favor que nos hace en las noches del estío. Hasta que su nunca bien ponderada persona no se dignó a aumentar el nivel de decibelios que rodeaba nuestra mediocre vida, no hemos gozado de la felicidad que supone el mantenerse despiertos hasta altas horas de la madrugada sin estar de copas y farra en saraos y/o garitos.

Nosotros, viles caracoles humanos (Esto es de Unamuno, ¿eh?) que dedicábamos nuestras rastreras existencias a someternos al Castigo divino, solíamos dormir. Pero... un prohombre como usted nos ha ayudado a darnos cuenta de que esas eran unas horas perdidas.

Por eso, cada vez que su honorable persona permite que esos pequeños fermiones de carga negativa que el vulgo da en llamar "electrones" penetren en la jungla solenoide de su aparato de televisión y provoquen la generación de contracciones y rarefacciones en la atmósfera circundante (Que tales son las ondas sonoras), somos felices.

Somos felices porque hemos demostrado, nosotros, primeros y pioneros de la historia, que el ser humano es capaz de sobrevivir (de vivir, ya hablaremos luego, majete) con asaz pocas horas de sueño al día.

Somos felices y buscamos entre nuestros más agradables recuerdos su efigie e incluso la de sus antepasados aunque sea en estado óseo.

Pero lo mejor es cuando ese nefando artefacto, primo hermano de algún ingenio termonuclear, y que en román paladino se denomina "despertador" emite esos tan dulces sones. Entonces...

Volvemos a ser felices. Y en nuestras primeras oraciones del día pedimos al Supremo Hacedor que se sirva si tal es Su voluntad de otorgarle el justo premio a sus desvelos y hacer que su persona de usted pase a mejor vida.

Reiterando el profundo agradecimiento y otorgándole el prez que nuestras inteligencias inferiores han por fuerza de deber a su persona, quedamos a su disposición, ofreciendole además nuestro conocimiento de varios investigadores privados de gran renombre por si quiere averiguar qué formidable hombre benefactor del género humano fue quien le engendró.

Suyo para siempre,
El vecindario.

2 comentarios:

MAREA dijo...

Pues rebuscando en los confines del google una carta lo más amable posible para dedicarle a mi vecino ruidoso, encontré este insigne documento que no ha hecho otra cosa sino hacerme brotar las lagrimas de la risa. Tenga por seguro que me sumo a su felicidad pues he sido dotada de la gracia divina de un vecino con las mismas caracteristicas que el suyo.
Su más segura servidora,

Asun

Pedro dijo...

Encantado de que le haya gustado. Tengo el blog muy abandonado, pero pronto escribiré alguna cosas más.

Saludos cordiales